domingo, 11 de marzo de 2012

Curso de Griego Clásico - Introducción 1 - Breve historia de la lengua griega

¡¡¡Μέγα χαῖρε a todos!!! Finalmente posteo una "Breve historia de la lengua griega" como Introducción Nº1 al curso que habremos de seguir. La Introducción Nº2 consistirá en exhibir los signos del Alfabeto Fonético Internacional que adoptaremos para la transcripción fonética de los vocablos y frases de los posts venideros.

Es menester aclarar que lo que postearé aquí no es la versión definitiva de esta breve historia. Siempre teniendo en cuenta que es una introducción y con la intención de mostrar a nuestros lectores que el griego es una lengua antiquísima, pero viva, la versión completa incluirá imágenes y ampliará la información de los incisos de esta versión "preliminar", sobre todo en lo que atañe a las distintas perspectivas teóricas de los especialistas. Con ello pretendo mostrar que NADA (al menos, nada de lo fundamental) está dicho en el estudio del griego; hay muchas preguntas sin respuesta definitiva. También ampliaré enormemente el acervo bibliográfico, valiéndome de artículos y libros de helenistas españoles, estadounidenses, ingleses y alemanes principalmente. Estoy además buscando bibliografía de autores y helenistas franceses, italianos y latinoamericanos, y por supuesto griegos.

Pero hablaré ahora de esta versión. La parte antigua está basada en gran medida en el libro de Stephen Colvin (cita bibliográfica al final; pueden ver aquí su curriculum). Stephen Colvin ha dedicado buena parte de sus esfuerzos a la κοινή helenística; por eso el énfasis en este estadio histórico del griego. Sin embargo, en este blog estudiaremos el ático clásico del siglo V a. C., por lo que la nueva versión de mi introducción histórica hará hincapié en este dialecto y en esta época.

Espero que guste a quienes se consideren aficionados al idioma griego (o a los idiomas clásicos, o a los idiomas en general) y que dé un panorama completo pero al mismo tiempo sintético de esta maravillosa lengua.

Por supuesto, cualquier crítica (siempre que sea constructiva y bien intencionada) será bienvenida.

Actualizado el 1 de septiembre de 2014

Breve historia de la lengua griega

1. Las lenguas indoeuropeas

El griego es una lengua perteneciente a la familia lingüística llamada indoeuropea (1). Además del griego, los idiomas indoeuropeos más antiguos conocidos son el sánscrito (India), el avéstico, el persa antiguo (Irán), las lenguas anatolias (hitita, luvita, entre otras) y el latín y los idiomas itálicos de Italia central.

Otras lenguas indoeuropeas de las que se conservan testimonios son: las celtas (especialmente el celta continental de donde proviene el irlandés antiguo), el albanés, el armenio, el báltico, el germánico, el eslavo y el tocario (este último en Asia Central).

Entre las lenguas indoeuropeas, el griego no muestra ninguna correspondencia estrecha con otra de su misma familia, aunque presenta ciertas similitudes con varias de ellas. Tal vez con el macedonio tenga especial parentesco. En algunos casos concuerda con un grupo de lenguas, y en otros casos, con otro. Por eso se ha dicho que es una lengua aislada.

Investigaciones recientes, como la de Garrett (1999), sugieren que el dialecto indoeuropeo que luego devendría en el griego formaba un continuo dialectal con los dialectos que devendrían en el itálico y en el celta respectivamente (así como con otros dialectos poco testimoniados, como el precursor del véneto, y con otros directamente perdidos).

(1) La lengua madre de la cual procederían todas las arriba mencionadas es conocida como proto-indoeuropeo. Se trata de una reconstrucción teórica a partir de los testimonios de las mismas, que lamentablemente no obtiene resultados unívocos, debido a que los estadios más antiguos de las lenguas fueron transmitidas de forma deficiente, y a que ya en la lengua básica debía haber diferencias dialectales.

2. Orígenes de la lengua griega (2100 a.C-1550 a.C.)

Entre 2100 y 1600 a. C., una población hablante de un dialecto indoeuropeo, obligada a emigrar por circunstancias climáticas, se asentó en el actual territorio griego, desplazando a los pueblos que vivían allí. Sin embargo, se desconoce cómo ese “griego común” relativamente homogéneo se fragmentó en distintos dialectos. Existen diversas teorías, sin consenso definitivo, respecto de esta fragmentación.

La tesis tradicional sugiere que la división en dialectos tuvo lugar fuera de Grecia, al norte de los montes del Pindo. Según el lingüista alemán Paul Kretschmer, los distintos grupos de hablantes de un mismo dialecto habrían ocupado la Grecia actual por separado y en etapas sucesivas. Así:

1. c. 1900 a. C. – Ocupación jonia, que habría introducido el dialecto jónico.
2. c. 1600 a. C. – Ocupación aquea, que habría introducido el dialecto eólico.
3. c. 1200 a. C. – Ocupación doria, que habría introducido el dialecto dórico.

Esta teoría fue objeto de numerosas críticas por relacionar directamente dialecto con migración y raza, y por demarcar cada una de ellas tajantemente:
  • El historiador alemán Karl Julius Beloch afirmó que no hubo migraciones; ni siquiera habría existido la invasión doria, destructora de la civilización micénica, en los años cercanos a 1200 a. C., pero no propone ninguna explicación alternativa satisfactoria.
  • El filólogo alemán Ulrich von Wilamowitz postuló que hubo dos oleadas migratorias: una primera de jonios y eolios (los cuales se habrían diferenciado entre sí una vez asentados en el actual territorio turco), y luego una segunda de dorios.
A pesar de las críticas, la teoría de Kretschmer tuvo amplia aceptación hasta por lo menos 1953, cuando se llevó a cabo el desciframiento de la escritura Lineal B (1). La evidencia de la existencia del griego micénico, que debía ser incluido en la explicación lingüística, hacía necesaria la revisión de la misma:

  • Los helenistas españoles Francisco Rodríguez Adrados y Antonio Tovar han defendido la teoría tradicional, pero con algunas reformas. Una similar tarea llevó a cabo el lingüista austríaco Wilhelm Brandenstein, discípulo de Kretschmer.
  • El lingüista inglés John Chadwick gestó la hipótesis de que la dialectalización del griego tuvo lugar dentro del territorio adquirido, afirmando que hubo una única migración a partir de la cual se habrían constituido los tres grupos hablantes de los distintos dialectos. Así, la “invasión doria” del 1200 a. C. pudo explicarse diciendo que se habría tratado del regreso de exiliados políticos a causa de un conflicto entre distintas facciones de la aristocracia micénica (que tendría su correlato mítico en el “retorno de los Heráclidas”). Asimismo, los filólogos salmantinos Martín Sánchez Ruipérez y su discípulo Antonio López Eire han criticado el simplismo de la hipótesis de las tres migraciones.

Aunque las teorías tradicionales continúan teniendo peso, actualmente se acepta que el griego se ha diversificado dentro del territorio heládico. Si seguimos esta hipótesis, las diferencias dialectales se deben a procesos de interacción y diferenciación que emergen como consecuencia de la misma geografía griega y de la acción humana.

La nueva población se habría asimilado a los nativos, incorporando de esa forma vocablos que fueron absorbidos al griego. Pero se presentan discrepancias respecto de su procedencia, ya que los datos que la arqueología y la lingüística proporcionan no alcanzan para dar con una conclusión firme (2). Los teóricos consideran tres posibilidades:

  • Este vocabulario es indoeuropeo, pero con tratamientos fonéticos “pelásgicos”, es decir, de una lengua denominada “pelasgo”, cuyos hablantes habrían emigrado a la Hélade antes que los griegos. No es posible reconstruir el idioma pelasgo ni su parentesco con otras lenguas por la escasa documentación de que se dispone.
  • Este vocabulario es hetito-luvita o anatolio, cuya población hablante invadió Asia Menor en un momento cercano a la invasión indoeuropea de la Hélade.
  • Este vocabulario no es indoeuropeo sino de las poblaciones neolíticas que habitaban Grecia antes de la llegada de los helenos.

(1) Algunas fuentes como López Eire (1968:287) dicen que el desciframiento se llevó a cabo en 1952, mientras que otras como S. Ruipérez y Tovar (1963: 1) consideran que se realizó en el año 1953, fecha esta que nos parece la correcta por ser el año en que el artículo de Ventris y Chadwick llamado “Evidence for Greek dialect in Mycenaean archives” se publicó en la revista The Journal of Hellenic Studies.

(2) Rodríguez Adrados (1999:30) renuncia a tomar posición, mientras que López Eire (1967:135) considera que no hay evidencia suficiente para creer en la tercera posibilidad aquí mencionada.

3. El griego micénico (1550 a.C.-1150 a.C.)

Circa 1500 a. C., hay testimonios de dos civilizaciones que ocupan una posición dominante en el área del Egeo: por un lado, la civilización no-griega de los minoicos en Creta; por otro lado, la civilización micénica en el sur y el centro de Grecia.

Entre los siglos XVI y XII a. C., los micénicos se expandieron a costa de los minoicos, tomando incluso el control de Creta en el siglo XV. Su poder alcanzó su máximo esplendor entre el 1400 y el 1200, estableciendo grandes centros palaciegos en Pilos, Micenas y Tirinto (Peloponeso), y en Tebas y Orcómeno (Beocia). Hay indicios de asentamientos micénicos en los archipiélagos de las Cícladas y del Dodecaneso y en la costa oeste de Asia Menor. Hay también evidencia de la actividad comercial micénica alrededor del Mediterráneo, en particular, con Chipre y el Levante Mediterráneo hacia el este, y con Sicilia y el sur de Italia hacia el oeste.

El mundo micénico entró en decadencia durante el siglo XII, un tiempo en el que el descontento social dominaba el mundo mediterráneo del este. La destrucción generalizada acabó con la vida de muchos de los centros palaciegos (entre ellos los de Pilos y Tebas), mientras que otros, como Micenas y Tirinto, pudieron sobrevivir un tiempo más. La fecha en la que se destruyó el último asentamiento micénico (Cnosos) no se conoce con exactitud. Se cree que sucedió entre los años 1400 y 1200 a. C.

Entre las ruinas de estos imponentes palacios de Grecia y Creta se han encontrado tablillas de arcilla escritas en Lineal B, una escritura silábico-ideográfica usada por los micénicos. También se encontraron restos de tablillas en Lineal A, escritura "minoica" así como tablillas escritas en lo que se dio en llamar "jeroglífico cretense". Mientras que el Lineal B fue descifrado casi en su totalidad, del Lineal A y del jeroglífico cretense se conserva tan poco material que no es posible hasta ahora un desciframiento.

De la civilización minoica, tal vez el testimonio arqueológico más misterioso sea el disco de Festos, que está escrito en otro jeroglífico distinto al llamado "cretense". Es tan grande el misterio que rodea a este disco que no se conoce ni su función ni el significado de la escritura (si es que acaso es una escritura).

4. La Edad Oscura (1150-800 a.C)

Se cree que alrededor del año 1150 a. C., ocurrió una invasión proveniente de los pueblos del norte de Grecia, comúnmente llamados "dorios". Estos invasores serían los responsables del declive de la civilización micénica: muchos palacios micénicos fueron incendiados y otros fueron destruidos. Gracias a los incendios fue posible la conservación de las tablillas de arcilla que contenían inscripciones en Lineal A y en Lineal B, correspondientes a la etapa comprendida entre el 1600 y el 1200 a. C., antes mencionada; el material hallado está escrito preponderantemente en Lineal B.

De esta época (comprendida entre el 1150 y el 800 a. C. aproximadamente) no se conocen registros escritos. Seguramente los relatos míticos y el núcleo cultural se fueron transmitiendo de generación en generación vía oral. Justamente es el poeta Homero quien, algunos siglos más tarde, da cuenta, a través de sus relatos, de esta tradición oral mítica: en efecto, muchos objetos de época micénica hallados gracias a las excavaciones arqueológicas habían sido descritos minuciosamente en la Ilíada y la Odisea. Por la falta de testimonios escritos a este período de la lengua griega se lo conoce como la "Edad Oscura". Sin embargo, hoy en día esta denominación merece una impugnación, ya que los hallazgos arqueológicos y el acervo cultural que éstos proporcionan a los investigadores de hoy en día son cuantiosos.

El declive de la civilización micénica trajo como consecuencias una disminución dramática de la población, la desintegración de las relaciones comerciales y un empobrecimiento cultural. Tales motivos hicieron que a a este periodo se lo conociera con el nombre de Edad Oscura. Semejantes condiciones generaron migraciones desde Grecia hacia las costas del Asia Menor y de las islas de los alrededores.
  • Los eolios, que aparentemente emigraron desde Tesalia, ocuparon Lesbos y casi todo el norte de Asia Menor (Eólida).
  • Los jonios, provenientes de Ática, ocuparon el sur de Eólida (Jonia) y las islas centrales del Egeo entre Ática y Jonia.
  • Los dorios, provenientes del sur de Grecia, se asentaron en el sur de Jonia y en las islas del sur del Egeo: Creta, Cárpatos, Rodas y Cos.

5. El periodo alfabético o período arcaico (800-480 a.C.)

Alrededor del año 800 a. C., los hablantes de los principales dialectos ocuparon aquellas partes del mundo egeo en donde se asentarían definitivamente. Las condiciones apropiadas para el desarrollo y el restablecimiento de los vínculos comerciales entre el este y el oeste propiciaron el incremento de la prosperidad y de la población.

La posibilidad de tener nuevos intercambios comerciales, las luchas políticas internas y la falta de recursos fruto de ese incremento poblacional, llevaron a las ciudades-estado (πόλεις) al establecimiento de nuevas colonias alrededor del Mediterráneo. Como consecuencia de ello, se fundaron nuevos asentamientos en Francia, España, el norte de África, Siria, Sicilia, Italia y en los alrededores del Mar Negro.

Un importante resultado del comercio entre Grecia y Oriente Medio fue la adaptación de un alfabeto semítico para la escritura del griego (posiblemente fenicio). No están claros el lugar ni la fecha exactos de esta adaptación. Tampoco está claro cómo fueron los procesos de adaptación y difusión de este nuevo alfabeto griego. Lo que sí se sabe es que los griegos tomaron prestados tanto los nombres de las letras como el orden de las mismas, y que introdujeron importantes cambios en los valores fonéticos de algunas de ellas.

La dirección de la escritura en las antiguas inscripciones griegas podía ser, o bien de derecha a izquierda, o bien bustrofedón: alternativamente de derecha a izquierda o de izquierda a derecha, imitando el trayecto de los bueyes que araban la tierra. Gradualmente, la escritura de izquierda a derecha fue estableciéndose como regla en el siglo VII a. C.

Antes del siglo IV a. C. había distintas variedades locales del alfabeto griego. Estos alfabetos locales fueron gradualmente reemplazados por el alfabeto jónico. Los chipriotas, por su parte, continuaron usando un sistema silábico de escritura hasta el siglo III a. C., derivado de uno más antiguo, relacionado con el Lineal A, llamado chipro-minoico.

6. Diversidad dialectal (800-480 a.C.)

En esta época de estabilidad política, la diversidad regional del lenguaje griego se reflejaba en la escritura. La estructura política del mundo griego antiguo propiciaba la falta de estandarización del lenguaje, ya que consistía en una serie de pequeñas ciudades-estado, cada una con su propia variedad del alfabeto, hablando dialectos muy relacionados entre sí.

Los dialectos griegos de este periodo se subdividieron, y los propios griegos relacionaban esto con las subdivisiones “tribales” producidas dentro de los pueblos, identificando tres grandes grupos: jonios, dorios y eolios.

Clasificación tradicional de los dialectos (Seguimos la clasificación propuesta por Stephen Colvin, añadiendo aportes de Esther Paglialunga y de Geoffrey Horrocks)



En este contexto se desarrolló la épica de Homero y Hesíodo, así como las líricas jónica, dórica y lésbica. También comenzaron a florecer las distintas escuelas filosóficas que posteriormente se les dio el nombre de “presocráticas”.

Nuestro estudio de la lengua estará basado en el dialecto ático del siglo V a. C.

7. El periodo clásico: 480 – 323 a. C.

La ocupación persa de los estados jónicos griegos en la mitad del siglo VI a. C. condujo a un traslado del centro de gravedad intelectual del mundo griego, ya que los pensadores jonios se mudaron a la Grecia continental, de modo que Jonia dejó de ser la fortaleza dominante del pensamiento griego.

Durante el siglo VI Atenas había sido un importante centro cultural (los Pisistrátidas, tiranos de Atenas, fueron patronos de las artes), pero agitaciones políticas y constitucionales impidieron su pleno desarrollo. Sin embargo, después de las Guerras Médicas (490-479), una autoconfianza recientemente encontrada, un gobierno democrático estable y un rápido incremento de riquezas e influencia política a través de la Liga de Delos, condujeron al liderazgo ateniense indiscutido en lo referido a la vida artística e intelectual del mundo griego.

Tradicionalmente, Jonia había sido el lenguaje de la prosa literaria y de los poemas homéricos. Por esta razón, el alfabeto jónico gozaba de gran prestigio. Durante el siglo V se hizo evidente que los escritores atenienses tenían predilección por el alfabeto jónico.

La apropiación de los textos homéricos por parte de los Pisistrátidas en el siglo VI reflejaba el deseo ateniense de posicionarse como el heredero de la tradición jónica (por supuesto, era un deseo justificado por filiaciones étnicas y dialectales). Los Pisistrátidas sentaron la configuración de nuevos lenguajes literarios, en particular un tipo de prosa que conservaba la influencia léxica y sintáctica del jónico, pero que sustituía el dialecto jónico por el ático. Esta prosa llegaría a ser el nuevo estándar literario de Ática, y por ende, de toda Grecia.

En este periodo se desarrollaron la tragedia y la comedia griegas. Fue la época de Heródoto, Tucídides, Hipócrates y Jenofonte, así como de las escuelas filosóficas griegas más influyentes de la historia occidental: las de Sócrates, Platón y Aristóteles.

8. El periodo helenístico: la lengua común (ἡ κοινὴ διάλεκτος) (323-146 a.C.)

En el período llamado helenístico, el dialecto ático, hablado por las clases cultas, los mercaderes y los emigrantes, se convirtió en lengua común por todo el Oriente Próximo. La lengua griega mutó al mezclarse los griegos con otros pueblos; el ático se convirtió en la base de una nueva forma del griego que se extendió por todas las áreas de influencia helénica.

El nuevo ático internacional fue aparentemente adoptado como el lenguaje oficial de la corte macedónica en el siglo IV a. C., momento de la unificación de Grecia bajo Filipo de Macedonia, con la que su reino buscaba el control de los asuntos griegos. Se trató de una elección natural, pues el ático era la lengua de la educación y de la prosa literaria, un medio panhelénico de administración; en suma, era una lingua franca. Durante el imperio helenístico, la κοινή fue la lengua de la corte, la literatura y el comercio.

Las conquistas territoriales de Alejandro Magno (siglo IV a. C.) expandieron el helenismo por el norte de África, el centro y sur de Asia, desde Cirene hasta las fuentes del Indo. Por primera vez en la historia de los griegos hubo una lengua común que perduraría por siglos, pero que al mismo tiempo perdería contacto con las lenguas vernáculas. El mundo grecoparlante después de Alejandro Magno, entonces, es, al menos en cierta medida, diglósico.

Tras la muerte de Alejandro, sus generales tomaron el control del imperio, fundando así los reinos helenísticos, en los que una élite griega gobernaba y extendía la sabiduría y lengua de la antigua Grecia por todo el Mediterráneo Oriental y Oriente Próximo, siendo los reinos más poderosos el Imperio Seléucida y el Egipto de Ptolomeo. El centro cultural griego se desplazó de Atenas a Alejandría, Antioquia, Pérgamo y Rodas. En estas y otras ciudades se realizaron grandes aportes a la ciencia y a la literatura. Por ejemplo, en Alejandría, en el siglo III a. C., se fundó la Biblioteca Real, la más grande del mundo en su época.

Caracterización de la κοινή

El término κοινή probablemente data desde los comienzos de la actividad textual y gramatical de entre los siglos III y II a. C. Es difícil especificar exactamente qué variedad del lenguaje debe denominarse κοινή. Dado que es problemático definir la κοινή como una lengua que salía de la boca o de la pluma de un hablante en una ocasión particular, podemos decir que era un ideal que unía al mundo grecoparlante en la herencia literaria y educacional de Grecia.

Las manifestaciones concretas de la κοινή podían ser “más altas” o “más bajas” en relación con su formalidad o su proximidad al lenguaje clásico. Su realidad descansa en la sensación de que el mundo griego estaba unido por un lenguaje común al que todas las personas educadas aspiraban (con distintos grados de éxito).

Resulta difícil rastrear los detalles de la evolución del griego hablado en las distintas regiones del mundo helenístico. El lenguaje escrito en el periodo de la κοινή muestra un pequeño esbozo del desarrollo simultáneo de la lengua griega. Pero en la mayoría de los casos, la ortografía se fosilizaba y la gramática se basaba en la lengua clásica.

La κοινή es esencialmente una variedad internacional del dialecto ático clásico, poderosamente influenciado por el jónico. Pueden rastrearse tanto las ramas literaria como vernácula del griego helenístico a partir de la Atenas posterior a las Guerras Médicas, cuando la ciudad se convirtió en la fuerza cultural y política dominante en todo el Mar Egeo. Por un lado, la literatura y la cultura áticas se hallaban muy influenciadas por el legado cultural jónico: en la prosa, la poesía y los discursos de la elite aparecían cada vez más palabras, flexiones y expresiones jónicas. Por otro lado, el imperio ateniense convirtió a la propia Atenas en el centro del comercio y de la actividad militar, lo que implicaba el alto grado de interacción entre los atenienses y sus aliados los jonios. No cabe duda de que el carácter cosmopolita de la ciudad dejó su impronta en el lenguaje de la población trabajadora (de la cual muchos integrantes eran θῆτες, la clase más baja de marineros).

En el siglo III a. C., Aristarco de Alejandría inventa la notación de acentos y espíritus que aún hoy empleamos para notar el griego clásico. Además, en este período se forjan las producciones de Aristóteles, Euclides, Arquímedes, Teócrito, Calímaco y Polibio, entre otros.

Como lingua franca, el griego también sirvió para expresar las culturas de otros pueblos, como el hebreo. En el siglo III a. C. se tradujeron los libros del Pentateuco al griego. Dicha traducción recibió el nombre de Septuaginta (nombre que luego recibiría la traducción de la totalidad de los libros del Antiguo Testamento).

9. El periodo imperial romano y la κοινή (146 a.C.-330 d.C)

Entre los siglos II y I a. C., cuando la República Romana decidió expandirse territorialmente, toda el área de influencia helénica fue cayendo progresivamente primero bajo la influencia y luego bajo el control directo de Roma. En 146 a.C. tendría lugar la conquista romana de Grecia con la batalla de Corinto. A pesar de que todos los territorios conquistados eran administrados como provincias romanas, el griego mantuvo su fuerza frente al latín, que no se usaba entre los pobladores griegos sino en los campos legal y militar, así como en la burocracia. Siendo el vehículo de la antigua civilización helénica, la lengua oficial establecida y la lingua franca universal de Oriente, el griego tenía demasiado prestigio y territorio como para que una latinización resultara deseable o aplicable a la población grecoparlante. Reconociendo que el griego era la lengua cultural e internacional de la época, los miembros de la clase alta de Roma se preocuparon por aprender una κοινή práctica y cotidiana, para adquirir así un conocimiento somero del ático literario.

El efecto combinado de la administración romana de Oriente, la asimilación política-económica parcial de la aristocracia griega y la helenización cultural de su contraparte romana fue una gran oportunidad para préstamos léxicos recíprocos y cierto grado de convergencia fonológica y gramatical entre el griego y el latín en sus registros más altos. La influencia del griego sobre el latín se volvió omnipresente, mientras que la influencia del latín sobre el griego estaba mucho más restringida.

El rol de la retórica había cambiado considerablemente a partir del imperio helenístico, porque ni las monarquías griegas ni el imperio romano proveían un contexto en el que los discursos públicos dados por individuos tuvieran un gran impacto en el mundo de la política. Pero los círculos aristocráticos siempre demandaron educación retórica, y los sofistas que ofrecían esta educación gozaban de un elevado nivel social. En contextos públicos se pronunciaban discursos formales, y la elocuencia aún despertaba admiración entre los miembros de la sociedad. Pero la educación retórica ofrecida estaba basada en estrictas reglas que no se modificaron desde los tiempos clásicos. Con los romanos ofreciendo cierto grado de autonomía a las ciudades griegas más importantes y el surgimiento de emperadores filohelenistas (como Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio), los griegos consideraron que vinculando su pasado con el presente romano les daba un pasaporte directo al dinero y a los privilegios. El siglo II d. C., en efecto, marca el inicio de un período de helenismo conocido como la Segunda Sofística (siendo la Primera Sofística la que ocurrió en el siglo V a. C.). En este contexto, los sofistas más influyentes se convirtieron en una elite social e intelectual, que ofrecía ostentosas demostraciones de disputas competitivas y que gozaba de contactos con las clases altas y de la aclamación popular. Ellos se volvieron el principal símbolo de la elasticidad de la aristocracia griega urbana, y el componente central de un renacimiento cultural y literario fundado en la nostalgia por un pasado perdido pero lleno de gloria. Su influencia fue tan profunda que determinó la mentalidad lingüística y literaria de la elite griega a lo largo de los próximos 1800 años.

En el periodo helenístico no se creía que la κοινή fuera inferior a alguno de los dialectos de la época clásica. Pero en este punto los gustos lingüísticos y literarios giran drásticamente hacia un aticismo que pretendía restablecer en las producciones actuales el estilo y el lenguaje de los escritores áticos. Su aceptación puede atribuirse a que encontró su medio natural en semejante contexto cultural. En efecto, el vínculo con el pasado clásico podía asegurarse mejor si se imitaba a los antiguos maestros en su propio dialecto. Mientras la κοινή escrita podía aceptarse como el lenguaje de los negocios, la expresión de las más altas formas de cultura griega prefería la forma más pura del lenguaje: el ático clásico. Las diferencias con el ático pasaron así a ser vistas como decadentes y vulgares.

La dicotomía resultante entre un ideal ático inmutable y la κοινή en toda su heterogeneidad estableció rápidamente un estado formal de diglosia que se volvió cada vez más problemático con el paso del tiempo, y que sólo ha podido terminar a fines del siglo XX. Aunque semejante dicotomía era en realidad teórica; nunca hubo consenso alguno acerca de los autores clásicos a imitar entre los aticistas.

Entre estos escritores se encontraban Elio Aristides, Herodes Ático, Claudio Eliano, Flavio Arriano, Filostrato, Pausanias, Aquiles Tacio y Longo. Pero el máximo exponente del discurso ático arcaizante es Luciano de Samosata, quien otorga a ese lenguaje ya muerto un grado nunca antes visto de vitalidad. Los últimos representantes de la tradición helenística fueron Plutarco y Estrabón. Escritores de prosa científica como Galeno se mantuvieron en parte al margen de esta dicotomía por cuestiones de claridad y precisión en la lengua. El Nuevo Testamento constituye un caso especial de κοινή debido a la influencia de la lengua aramea.

Con el tiempo comenzó a prevalecer un aticismo más realista. El reconocimiento gradual de que el ideal ático era prácticamente inalcanzable y la atmósfera de relativa tolerancia lingüística condujo a la aceptación casi universal de ciertas construcciones no clásicas y al desarrollo de un estilo “aticizante” en donde los elementos gramaticales y léxicos del ático se combinaban con ciertas características bien establecidas de la κοινή más alta. Este lenguaje estándar fue usado por casi todos los escritores literarios, cuyos estilos ahora diferían principalmente en el grado en que incorporaban arcaísmos áticos en su escritura.

Mientras tanto en los asuntos de estado seguía usándose una κοινή más práctica. Por influencia del lenguaje relativamente vulgar del Nuevo Testamento, una versión particular de este estilo básico de griego escrito evolucionó en una lengua literaria de calidad media que permitía que sean directamente representados algunos aspectos del discurso contemporáneo, y que era muy empleada en biografías y obras de referencia apuntadas a una audiencia más popular. Ejemplos de este tipo de escritura se hallan en en la mayoría de los padres apostólicos y en apologistas como Clemente de Alejandría, Orígenes y Eusebio.

Pero el lenguaje hablado en sí mismo no llegaría a ser base del desarrollo de una forma escrita del griego sino a finales de la Edad Media. Afortunadamente podemos conocer algunos detalles de la κοινή hablada por los papiros egipcios conservados, puesto que en Egipto la κοινή fue la lengua coloquial de las ciudades.

A partir de Constantino, en el siglo IV d. C., el Imperio Romano se divide en dos y la mitad oriental, aunque se siente continuadora de Roma, queda en la esfera cultural griega. Roma y el occidente del Imperio caen en el siglo V bajo el empuje de los pueblos germánicos. De esta manera, el griego se independiza de nuevo del latín.

10. La lengua griega bizantina (330-1453)

10.A. Imperio Romano tardío (330-527)

Con el traslado de la capital del Imperio Romano a Bizancio y la división entre Oriente y Occidente, los griegos bizantinos, después de la caída del Imperio Romano de Occidente, se convierten en los únicos auténticos herederos del Imperio Romano. Dichos griegos se hacen llamar Ῥωμαῖοι en contrapartida con sus antepasados paganos, llamados Ἕλληνες.

La continuidad de la tradición romana se hace notar en lo jurídico y administrativo, que es propiamente romano, y en lo educativo, con la lectura de los autores griegos y latinos.

La lengua griega en el período bizantino está marcada por: a) un aticismo bizantino literario, b) una koiné escrita usada en registros académicos y eclesiásticos, decretos oficiales y administrativos, crónicas, así como en la literatura exegética cristiana, c) una koiné hablada, y d) el desarrollo de los dialectos cuyos registros escritos aparecen recién a partir del siglo XIV en Chipre y Creta.

Como vemos había una situación de diglosía cada vez más acentuada, puesto que los dialectos hablados y la koiné hablada seguirían desarrollándose al tiempo que los textos siempre tenían una tendencia fuertemente conservadora.

En este período se produce un fuerte distanciamiento entre Grecia y Occidente, lo cual nos obliga a hablar de, por un lado, lo que pasó en Grecia y sus zonas de influencia, y por otro, lo que pasó en Occidente.

10.A.1. Grecia

Comienzan en Alejandría especialmente a florecer los estudios históricos, de la mano de Eusebio (265-340, que no abandonó lo griego pagano sino que lo uso para fundamentar el cristianismo), San Basilio (331-379, obispo de Capadocia que intentó eliminar los prejuicios de los cristianos hacia los griegos antiguos paganos), Gregorio de Nazancio y Gregorio de Nysa.

También el Emperador Juliano(reinado de 361 a 363) fue un importante helenista que intentó restablecer el legado antiguo y conciliarlo con el cristianismo, por lo cual mereció para los hombres de su época el apodo de "Apóstata".

La nueva decadencia de Alejandría se vería en la partida a Constantinopla de un nuevo grupo de sabios, lo cual haría que esta última ciudad se conviertiera en uno de los pilares del desarrollo de la cultura griega hasta su caída en 1453.

Entre 408 y 450 tiene lugar el reinado de Teodosio II, que fundaría la Universidad de Constantinopla en la que se enseñaría griego y latín de la mejor manera posible. Aquí el griego se afianzaría frente al latín como lengua de cultura. La esposa de Teodosio, Athenais Eudocia, también intentó conciliar el cristianismo con los valores clásicos, siguiendo ideales parecidos a los de Juliano el Apóstata.

En esta época también habría un impulso de la filosofía neoplatónica, con Proclo, Hipatía (una de las mujeres más importantes de la historia de la filosofía) y el discípulo de esta última, Sinesio de Cirene. Por desgracia la hostilidad cristiana hacia los valores que ellos consideraban paganos fue ganando terreno y muchos de estos sabios murieron, debieron exiliarse o fueron simplemente olvidados de copiarse.

10.A.2. Occidente

Con el declive y la posterior caída del Imperio Romano de Occidente (entre 410 y 476), comenzó a haber una puja religiosa entre la religión cristiana vigente en Roma y alrededores y las religiones germánicas provenientes de los pueblos invasores.

Los germanos, finalmente, se convierten al cristianismo y aprenden el latín, pero se pierde el griego de Italia y de todo Occidente (excepto Calabria y Sicilia, que los seguía manteniendo). Occidente a partir de aquí se regiría por la autoridad simbólica de la Iglesia Católica mientras que los reinos germánicos recientemente establecidos pelearían entre sí por obtener el mayor poderío posible. En este período hallamos a Ausonio, San Jerónimo y finalmente las dos grandes figuras del medioevo temprano que son San Agustín de Hipona (354-430), padre de la Iglesia latina, y Severino Boecio (480-524), siendo éste el último romano que sabía griego.

10.B. Período Bizantino Temprano (527-843)

En 527 comienza el reinado de Justiniano I que duraría hasta 565. En 529, éste cierra la Escuela de Atenas y en 534 el consulado de Roma, con lo cual el Imperio Bizantino pasa a ser el único heredero legítimo de lo que en su momento fue el Imperio Romano.

En este período surge la figura de Dionisio el Areopagita (en realidad Pseudo-Dionisio), que sería el padre de la escolástica medieval por su influencia. Florecen también los estudios gramaticales y lexicográficos. La cultura griega tendría tres polos de desarrollo: Atenas, Alejandría y Constantinopla. También aparece Juan Damasceno (699-753), que tendría influencia en autores escolásticos como Tomás de Aquino.

Con Justiniano, asimismo, comienza un período de expansión de la cultura griega. En su reinado los persas se verían interesados en su estudio, como en el s. V lo estuvieron los sirios y árabes. Entre los siglos VI y VII comenzaría a traducirse a Aristóteles, primero al siríaco y luego al árabe. Esto daría a la potencia árabe, pujante en ese entonces, el desarrollo de escuelas de interpretación aristotélica como Avicena y Averroes, muy criticados (a veces injustamente) en Occidente.

10.B.1. En Occidente

En Occidente quedan muy pocos hombres que sepan griego, excepto algunos británicos de renombre o el español Isidoro de Sevilla (570-636). El distanciamiento entre Grecia y Occidente serían paliados por dos acciones: a) los decretos iconoclastas que enviarían monjes griegos a Italia, es decir, al sur de Italia, donde siempre existieron comunidades de hablantes de griego, y b) el reinado de Carlomagno (742-814), que propulsaría el restablecimiento paulatino de contactos entre Oriente y Occidente y que en el siglo XI se afianzarían.

10.C. Período Bizantino Medio (843-1025)

En este período tiene lugar una importantísima expansión árabe que se realizaba por el norte de África, conquistando así los pueblos que la habitaban. A raíz de esto comenzaron a avanzar hacia las costas del Mediterráneo, empezando por Calabria y Sicilia y culminando en España. A partir de aquí la cultura árabe comenzaría a transmitir las traducciones al árabe de textos griegos, pasando por la traducción siriaca. Sin dudas la expansión árabe y el Imperio Bizantino constituirían como una pinza sobre Occidente, viéndose éste obligado a estancarse culturalmente en lo que Hegel dio en llamar la Edad Media.

Entre las figuras más importantes de la época podemos mencionar al Patriarca de Constantinopla Focio (810-898), León VI (886-912) y Constantino VII (913-959). También podemos mencionar que entre 950 y 976 aparece el Lexicon de Suidas, un diccionario/enciclopedia que reúne gran parte del saber del mundo antiguo y bizantino griegos.

Los monasterios bizantinos ampliaron o fundaron bibliotecas con obras teológicas al mismo tiempo que con obras de autores clásicos. Por lo tanto, la adopción del cristianismo como religión no interrumpió la continuidad de la lengua y la cultura griega, como todavía lamentablemente se piensa.

La influencia de Bizancio a Occidente se hace notar entonces desde dos frentes: por un lado, la influencia directa ejercida en teología, filosofía y literatura; por otro lado, la influencia indirecta ejercida a través de la expansión de la cultura árabe.

10.D. Período Bizantino Tardío (1025-1453)

Actualmente se conoce muy poco de la lengua vernácula, puesto que todos los textos escritos estaban escritos en koiné o estilos arcaizantes. Recién a partir del siglo X comienzan a aparecer los primeros escritos de epopeyas que hasta ese momento se transmitían oralmente, como la Canción de Armuris (s. X) o el Digenís Akrítas (s. XI aprox.). También es conocida la obra Ptochopródromos (los poemas del pobre Pródromos, una autobiografía satírica).

Las "bellas letras" continúan cultivándose en este período. Así, en el siglo XI tenemos a Miguel Psellós (1018-1078), que llegó a ser ministro de la corte de Miguel VII. Versado en retórica, escribía en un estilo imitativo de Platón. Em el siglo XII tenemos a Ioannis Tzetzes (1110-1180) y Anna Commena (1081-1118), esta última escribiente de griego arcaizante.

En el siglo XIII, el prestigio de Constantinopla llegaría a conocimiento del papa Inocencio III, que en 1205 exhorta a estudiar literatura griega a Grecia. Surgen también en este siglo las figuras de Máximo Planudo (1260-1310) y Nicéforo Chumno (Χούμνου) (1250-1327).

En el siglo XIV continúan los estudios lingüísticos y filológicos a través de Triclinio y de Juan Glykys, que desarrollaría una sintaxis de la lengua. También, Manuel Crisolorás (m. en 1413) que escribiría una Gramática Griega de fuerte influencia en el Renacimiento occidental, y el filósofo Gheorgios Plethón (1350-1450 aprox.).

En esta última etapa del Imperio Bizantino (ss. XIV y XV) se desarrolla también la literatura vernácula, con las novelas románticas del período de la dinastía de los Paleólogos (que gobernarían desde la reconquista de Constantinopla en 1261 de manos de los cruzados, que la habían tomado en 1204, hasta 1453), la Crónica de Morea (1395, visión franca de la toma de Constantinopla), así como el Poema de Belisario que en 1450 aproximadamente se pone por escrito. Comienza también a florecer la literatura dialectal en Chipre y Creta, algo muy importante ya que hoy día los dialectos chipriota y cretense son muy significativos en la cultura griega y les ha dado a los hablantes de estas zonas una identidad propia.

El 29 de mayo de 1453 cae Constantinopla a manos de los turcos, de la mano del Sultán Mahoma II, quien derroca y mata a Constantino XI, al igual que a Giovanni Giustiniani, el comandante de las fuerzas defensoras. Tiene un lugar un saqueo durante 3 días en el que se pasa a degüello a la población o se venden como esclavos a Oriente. Muchos logran huir a posesiones venecianas, especialmente Creta y el sur de Italia.

10.D.1. En Occidente

En Occidente, la conquista latina (francos) de Constantinopla en 1204, a raíz de la 4º Cruzada, propulsaría un intercambio cultural muy importante y una influencia directa a Occidente. Así, los textos de Aristóteles llegarían (a través de traducciones al latín como la de Guillermo de Moerbeke) a hombres de la talla de San Alberto Magno (1193-1280) y de Santo Tomás de Aquino (1225-1274) que darían una interpretación cristiana del pensamiento del Estagirita. Frente a ello continúa la escuela de interpretación averroísta de Aristóteles (ejerciendo su influencia a través de los árabes y España especialmente), impulsada por hombres como Siger de Brabante.

Asimismo en el siglo XIII comienzan a desarrollarse las primeras universidades de Occidente (Padua, Oxford, etc.). El conocimiento del griego sigue en manos de muy pocas personas (como el mencionado Moerbeke) pero al menos comienzan a debatirse las ideas de los griegos, lamentablemente todavía con interpretaciones sesgadas por prejuicios religiosos y afán de prestigio académico.

Por otra parte, ya en el siglo XIV, Francesco Petrarca aprende griego con monjes griegos de Calabria, Bernardo Barlaam y Nicolás Sigeros. También Leoncio Pilato (bizantino) instruye tanto a Petrarca como al propio Giovanni Bocaccio.

Se propulsan lazos culturales entre Bizancio e Italia, especialmente a través del sur, que era donde se hablaba griego. Esto sería muy importante para Occidente cuando cae Constantinopla, puesto que los monjes que huirían a las posesiones venecianas como Creta y la misma Calabria con numerosas copias de los textos clásicos escritos en su lengua original, darían, con esta acción y con la enseñanza de la lengua griega, un fuerte impulso al Renacimiento.

11. La lengua griega en el período de la turcocracia [posbizantina] (1453-1821)

11.A. Grecia y el dominio turco

Los turcos se establecieron en Asia Menor una vez tomada Constantinopla, pero nunca llegaron a ocupar todo el territorio grecoparlante ni mucho menos imponer totalmente su lengua y su cultura; al contrario, fueron los griegos que ejercieron más influencia sobre el vocabulario turco, aunque las influencias turcas se notan especialmente en el vocabulario gastronómico, influencias que perduran hasta el día de hoy. Tampoco lograron imponer la religión musulmana, ya que los griegos conservaron la religión cristiana ortodoxa como parte de su identidad (todavía hoy el Patriarca de la religión ortodoxa se encuentra en Constantinopla). Los turcos debieron pactar con los griegos para obtener asesoramiento en la diplomacia y la administración; así ocurrió con los nobles fanariotas (del barrio de Fanarion, Constantinopla).

La toma turca del Imperio Bizantino condujo a la desaparición del estado griego y a la subyugación del pueblo griego. Dicha subyugación se amplificaría en 1669 con la quita turca de Creta a los venecianos. Estos últimos organizaban la resistencia contra los otomanos; prueba de las luchas con los turcos es la destrucción parcial del Partenón acaecida en 1687, edificio que hasta entonces se había conservado relativamente intacto. También Thomas Bruce, conde de Elgin, extrajo entre 1801 y 1805 mármoles procedentes del Partenón y se las llevó al Museo Británico, exhibiéndose desde 1939. Esto sólo por mencionar algunos de los saqueos que, a expensas del Imperio Otomano y las grandes potencias occidentales, han tenido lugar sobre este edificio tan importante.

No obstante lo dicho, los griegos se esforzaron por conservar su identidad, y a pesar de la ruina material y el estancamiento cultural que sufrían, las revueltas contra los turcos eran frecuentes, especialmente por parte de los guerrilleros en la montaña, llamados kléftes (κλέφτες).

En este período el griego deja de ser lengua oficial, pero se sigue hablando. La identidad griega se mantenía a través de la enseñanza de la lengua en monasterios abandonados a escondidas de los turcos, y también conservaban la religión ortodoxa.

El desarrollo de la literatura se trunca excepto en Creta y Chipre, donde comienza a producirse o pasarse por escrito literatura dialectal demótica; en Creta vuelve a desarrollarse el teatro. Destaca la epopeya romántica Erotókritos, compuesta por el poeta Vitsentzos Kornaros a principios del siglo XVII, así como el Erophili de Georgios Chortatzis.

En el último cuarto del siglo XVIII comienza a surgir el nacionalismo griego a través de la burguesía influenciada por ideas liberales y republicanas de la Ilustración occidental. En 1770 intentan una primera revolución, pero no tiene éxito. Luego, con la decadencia del Imperio Otomano, se produjo (por influencia de la Revolución Francesa en 1789), la Guerra de Independencia de Grecia, aprovechando la debilidad de los turcos. En esta guerra los griegos recibieron ayuda de los rusos y de helenófilos europeos que amaban lo clásico griego, como Lord Byron.

11.B. Occidente y el Imperio Otomano

En Occidente, tras la caída de Constantinopla en 1453, la migración de griegos a las costas del sur de Italia traerían consigo, además de los textos clásicos, una generación de profesores bizantinos que enseñarían griego a muchos humanistas europeos, propiciando el Renacimiento y el Humanismo. Tal es el caso de Janus Láscaris. Sin embargo esta generación de profesores volvería a migrar (o moriría en tierra extranjera), y sus discípulos europeos siguieron desarrollando la tarea de enseñar la lengua griega y los textos clásicos (muchos de los cuales fueron redescubiertos en Occidente gracias a las migraciones fruto de la caída de Constantinopla). Uno de ellos, por ejemplo, fue Johann Reuchlin. Otro, Erasmo de Rotterdam. Éste último impondría, por una serie de acontecimientos, una nueva pronunciación del griego denominada erasmista. Con el tiempo esta pronunciación se expandría por el continente europeo (por ejemplo, Cheke y Smith logran imponerla en Inglaterra) y luego en Norteamérica. Las discusiones y enfrentamientos entre los partidarios de la pronunciación erasmista y los partidarios de la pronunciación griega (la que los profesores griegos habían enseñado) o reuchliniana no tardaron en llegar.

Por culpa de este problema se pierde el interés en el estudio del griego moderno, o del griego hablado, y se produce historiográficamente una distinción excesivamente tajante entre griego clásico y griego contemporáneo, distinción que perduró por varias generaciones de estudiosos hasta el día de hoy. Los métodos de enseñanza viran hacia un corte racionalista con énfasis en la gramática y en la búsqueda de regularidades lingüísticas.

Con este bagaje encima, aparecen en el siglo XVII-XVIII estudiosos como Isaac Vossius o Henninius, que pretenden adulterar la acentuación del griego, diciendo que las palabras griegas debían acentuarse a la usanza del latín. Contra ellos fueron muchos helenistas, entre ellos Adamantios Koraís, filólogo griego residente en París quien se encargaría de eliminar muchos de estos prejuicios sobre la lengua y la cultura griegas.

12. La lengua griega en el período de la Reconquista (1821-hoy)

12.A. El siglo XIX: recomposición nacional

Como resultado de la Revolución Griega, entre 1822 y 1832 se funda la Primera República Helénica, que no es reconocida ni por el Imperio Otomano ni por las potencias europeas que no obstante estaban tomando partido por la liberación griega. Fue así como en 1832 se establece, con el apoyo de Reino Unido, Francia y Rusia, un estado griego monárquico con constitución occidental, siendo Otón III, monarca bávaro, quien asumiría el poder.

A partir de aquí hubo un largo proceso de integración nacional. En 1864 las islas jónicas se incorporan al incipiente estado griego. En 1887 Tesalia haría lo propio; luego, en 1913 se incorporan Macedonia, parte de Tracia, Creta, Quíos, Lesbos y otras islas. Finalmente, en 1948 se incorporan la isla de Rodas y todo el archipiélago del Dodecaneso.

La situación de diglosía sigue presente en la tierra griega, pero con la reconquista de parte del territorio helénico, dicha situación se convierte en la raíz y el fruto de un fuerte debate lingüístico. El dialecto hablado en el Peloponeso es reconocido como la lengua popular estándar, es decir, la δημοτική. Pero en los textos escritos aparece una forma arcaizante que se ha dado en llamar "depurada", en griego καθαρεύουσα (del verbo καθαρεύω, depurar). Dicha forma toma el modelo del griego clásico, del cual el dialecto ático es su más importante exponente. La lengua popular sería la lengua de la poesía mientras que la lengua depurada se transformaría en la lengua de la administración.

Algunos de los máximos representantes de este período son los poetas Constantino Cavafis (1863-1933, cuyo poema más famoso es Ἰθάκη) y Nikos Kazantzakis (1883-1957) así como el filósofo Pericles Giannópulos (1869-1910).

12.A.1. En Occidente

En Occidente (Europa y EEUU) continuaba la imposición de la pronunciación erasmista (su uso en las universidades occidentales). Entre los griegos partidarios de la pronunciación nacional se cuentan Aléxandros Risos Rangabés (1810-1892), T. T. Timayenis, Theódoros Papadimitracópulos, Constantino Paparrigópulos (1815-1891).

A esto se le suman las ideas acerca de la muerte de Grecia (propugnada especialmente por hombres como Fallmerayer y el idealismo alemán, cuyo mayor exponente es Hegel, quienes buscaban justificar la centralización de la modernidad en el norte de Europa mientras que el sur quedaría totalmente desprestigiado). El origen de estas calumnias estaba en la concepción alemana neoclasicista, la cual quería hacer de Berlín una Neue Athen, una Nueva Atenas. El robo del Altar de Pérgamo a través del convenio entre el gobierno alemán y el Imperio Otomano, proceso que tuvo lugar entre 1871 y 1886, es una prueba de ello.

Es en Alemania donde surge la escuela de los neogramáticos que harían hincapié en la lingüística comparada mostrando que el griego clásico, el latín y el sánscrito védico son lenguas hermanas que provendrían de un tronco común denominado indogermanisch (luego indoeuropeo). Los principales exponentes son Karl Brugmann y Paul Kretschmer. La lingüística entonces comienza a justificar y a refutar científicamente a partir de las premisas de Erasmo, hecho no menor. También comienzan a surgir  grandes y ambiciosas obras lexicográficas como el Diccionario Liddell-Scott-Jones en Inglaterra, el Bailly en Francia, el Pape en Alemania.

Si bien ya desde el Renacimiento en adelante hubo descubrimientos y serían éstos los que más influenciarían, especialmente en Italia, comienzan los descubrimientos arqueológicos más importantes del siglo XIX, de la mano de Heinrich Schliemann, con los descubrimientos de las ruinas de Troya y de Micenas especialmente. A partir de aquí la arqueología comenzaría un derrotero que la catapultaría como la ciencia madre con la que es posible un conocimiento cabal y preciso de la cultura helénica, científicamente respaldado. Con Arthur Evans se conocerían también las ruinas cretenses de Cnosos. En el sur de Italia los principales descubrimientos arqueológicos comienzan de la mano de Paolo Orsi, por sus trabajos en la Antigua Caulonia, Locri Epizephyri, entre otros lugares.

12.B. El siglo XX: La guerra Greco-Turca

La disputa entre el uso de pronunciación erasmista y pronunciación nacional para el griego clásico que estaba teniendo lugar en Occidente llegó a su punto cúlmine con la figura de Georgios Hatzidakis, griego de origen quien, educado en la lingüística comparada, logró sentar (según Eduard Schwyzer en su Griechische Grammatik) bases científicas para la reconstrucción de la pronunciación del griego clásico y permitió que la disputa entre erasmistas y reuchlinianos fuera menos apasionada que científica. Es célebre su disputa con el antes mencionado Theódoros Papadimitracópulos: Hatzidakis, hombre de la lingüística comparada e instruido en la teoría de los neogramáticos; Papadimitracópulos, hombre de la filología y la lingüística griegas; no se puede decir que Hatzidakis sea más científico que Papadimitracópulos sólo por basarse en las teorías de los neogramáticos, ya que, si vamos al caso, la reconstrucción del protoindoeuropeo es teórica y da lugar a discrepancias entre los lingüistas aun hoy día.

Poco tiempo después de la 1º Guerra Mundial (1914-1918), que desangraría la civilización occidental, entre 1919 y 1922 tiene lugar la Guerra Greco-Turca. El político Eleftherios Venizelos (1864-1936), con la promesa británica de concesiones en la costa de Asia Menor, decide emprender lo que se dio en llamar la "gran idea" o Μεγάλη Ἰδέα, que consistía en recuperar los territorios perdidos del Imperio Bizantino, especialmente Constantinopla.

Mientras tanto, el deseo nacionalista del Imperio Otomano condujo al genocidio de armenios y griegos, aumentado con el desarrollo de la guerra. Después de cruentas masacres entre griegos y turcos finalmente se produjo un intercambio de población que consistiría en que los griegos de Asia Menor (especialmente los residentes en Constantinopla y Esmirna) fueran deportados a la Grecia continental, mientras que la inversa ocurriría con los turcos. Esto originó una inmigración masiva de griegos (1.600.000) no sólo al territorio griego sino además a otras partes del mundo, como Latinoamérica. La principal y más terrible consecuencia de esta guerra fue el fin del desarrollo de la cultura griega en Asia Menor, Ponto y Capadocia. En 1929 se oficializa el nombre de Estambul (viene de una deformación de la expresión griega εἰς τὴν πόλιν, "a la ciudad") frente al de Constantinopla.

Muchos refugiados de Constantinopla y Esmirna fueron a parar a las principales ciudades de Grecia, como Atenas y Tesalónica. Se crearían así barrios (γειτονιές) para las familias llegadas del Asia Menor, que continuarían desarrollándose culturalmente allí, conservando sus tradiciones literarias y culinarias. Así por ejemplo, el AEK Atenas y el PAOK de Tesalónica son dos clubes de fútbol fundados pocos años después de la guerra por refugiados de estas ciudades.

La derrota en la guerra conduciría al fin de la monarquía en 1924 y la fundación de la Segunda República Helénica, que culminaría en 1935 con la restauración de la monarquía.

En este período nace la antepenúltima generación de grandes exponentes de la música, la literatura y la filosofía griegas, como Cornelius Castoriadis (1922-1997), Yannis Ritsos (1909-1990, uno de cuyos poemas es el famoso Ῥωμαιοσύνη), Odysseas Elytis (1911-1996), Markos Bambakaris (1905-1972), Vasilis Tsitsánis (1915-1984), Domna Samiou (1926-2012), Manos Hatzidakis (1925-1994), Mikis Theodorakis (1925) y Alki Zei (1925).

12.C. La 2º Guerra Mundial: la ocupación de Grecia (ἡ κατοχὴ τῆς Ἑλλάδας) y la guerra civil

Con el desarrollo de la 2º Guerra Mundial en Occidente entre 1939 y 1945, el expansionismo de las Fuerzas del Eje conduce a la ocupación de Grecia entre 1941 y 1944, con el territorio griego repartido entre alemanes, italianos y búlgaros. El resultado son 300.000 civiles muertos por hambre y un gran número de judíos y no judíos griegos deportados a campos de concentración. La resistencia griega fue, pese a las dificultades, grande. Era común la figura del saltádoro, aquel jovencillo que en grupo asaltaba los camiones alemanes para hacerse con provisiones, las cuales no eran accesibles para la población.

Paralelamente a partir de 1941 se desarrolló una guerra civil que no terminó hasta 1950, cuando las fuerzas del ejército griego (apoyadas por Estados Unidos y el Reino Unido) logran vencer a los comunistas (apoyados por la URSS). La polarización política que tendría lugar no finalizaría hasta 1974. Y a causa de esta guerra miles de griegos debieron emigrar a EEUU, Alemania, Australia.

Asimismo, en el sur de Italia, a causa del fascismo italiano se reduce drásticamente la población magnogriega de hablantes, porque éstos necesitaban ocultar su procedencia griega y por vergüenza ante la discriminación debieron adaptarse al italiano, hablando los dialectos del mismo.

En esta época se produce el nacimiento de la penúltima generación de músicos griegos, como Mixalis Tterlikkás (Chipre, 1955), Giorgos Daláras (1949), María Farantoúri (1947), Cháris Alexíou (1950), entre otros. Continúa desarrollándose la literatura dialectal a través de las canciones tradicionales.

12.C.1. En Occidente

En España comienzan a desarrollar sus labores grandes helenistas (especialmente en el terreno de la dialectología griega, la filología y la traducción) como Francisco Rodríguez Adrados (1922), Antonio López Eire, Luis Gil, José Sánchez Lasso de la Vega, cuyos discípulos enseñan actualmente en universidades españolas: Helena Maquieira, Fernando García Romero, Julián Méndez Dosuna, entre otros. Esta labor se intensificó a partir del desciframiento del Lineal B por parte de Ventris, Kober y Chadwick a través de las tablillas encontradas por Evans y sus continuadores. Adrados es cabeza actualmente de uno de los proyectos lexicográficos más ambiciosos de los últimos tiempos: el Diccionario Griego-Español.

12.D. Grecia contemporánea: entre el ultranacionalismo y la globalización

Entre 1967 y 1974 tiene lugar un golpe de Estado que culmina en una dictadura militar ultranacionalista, comandada por Giorgios Papadopulos. Se la conoce como "Dictadura de los coroneles". En 1974 se aboliría la monarquía, quedando el rey Constantino II exiliado; se impondría nuevamente la democracia y se fundaría la Tercera República Helénica.

A partir de aquí ocurre una serie de cambios importantes en la lengua y la cultura griegas. En 1976 el griego demótico se impone finalmente como la lengua oficial y en 1982 se eliminan los espíritus y los acentos grave y circunflejo de la ortografía griega, que pasa a llamarse politónica, mientras que la nueva ortografía sería monotónica. El cambio no es total y aun hoy pueden verse libros escritos en ortografía politónica. El impulso del turismo en islas como Mykonos o Santorini, logrado en la década de 1950, propicia la presencia de extranjeros que utilizan el inglés como lingua franca de comunicación. No obstante incluso en estas islas, bastiones de la globalización en el territorio griego actual, perduran algunas expresiones del griego clásico, lo cual habla de la vitalidad de este período de la lengua en unos tiempos que poco favorecen a su enseñanza y desarrollo, así como de la continuidad histórica de la lengua griega.

Asimismo, a comienzos de los años 70 tiene lugar un cambio en la música griega en la que se acentuarían de modo mucho más intenso las influencias turcas (orientales) y norteamericanas (occidentales globalizantes). Así el desarrollo de la música pop con influencias árabes y turcas, mezclado con elementos griegos, tiene lugar en la cultura griega de la mano de cantantes como Antonis Remos (1970), Elli Kokkínou (1970), Mixalis Xatzigiannis (1979), etc.

En 1981 Grecia se incorpora a la Unión Europea, adoptando consecuentemente el euro como moneda oficial en lugar del dracma. Esto trajo aparejada una serie de reestructuraciones económicas que en ocasiones como la actual traen problemas a Grecia. En 2010 tiene lugar la mayor crisis económica de Grecia, flagelo que perdura hasta nuestros días. El partido neoliberal vigente en el poder poco puede hacer para responder al pueblo griego que protesta activamente en defensa de su tierra (ante la amenaza de vender parte del territorio a extranjeros para solventar su deuda) y su trabajo ante los despidos masivos. Mientras tanto los grupos de ultraderecha nacionalista, culpando a los extranjeros del malestar económico, empiezan a hacerse eco en el país heleno.

Con respecto a la lengua griega, la diglosía sigue existiendo pero con matices, mucho más diluida. A la literatura dialectal se le suma el uso de una lengua escrita depurada mucho más flexible (flexibilidad originada por la adopción del demótico como lengua oficial) y al mismo tiempo existen textos en demótico con la ortografía politónica. El ideal de lengua ática está mucho más diluido y el uso de una u otra variante de lengua, como siempre ha sucedido, tiene que ver con razones políticas y/o lingüísticas.

12.D.1. En Occidente

En Latinoamérica la labor de profesores griegos como Demetrio Frangos y Calotina Scandaliari llega a su punto cúlmine, enseñando la pronunciación nacional con o sin la pronunciación erasmista. En Chile la labor de helenistas como Saúl Tovar o Miguel Castillo Didier provocan el despegue de los estudios bizantinos y neohelénicos en esta zona geográfica, mientras que el desarrollo de la arqueología griega como disciplina científica viene impulsada en Argentina por el trabajo de Mario Ritacco, quien además enseña griego moderno mostrando sus relaciones con el antiguo.

Continúa además el desarrollo de los estudios clásicos, especialmente filología y filosofía, impulsados por hombres como Antonio Camarero, Rodolfo Mondolfo, Armando Poratti, Conrado Eggers-Lan en Argentina, Marcelo Boeri en Chile y Argentina, entre otros, que han dejado importantes generaciones de discípulos. El desarrollo de Internet propicia el intercambio académico y bibliográfico así como las comunicaciones entre distintos especialistas de todo el mundo.

En los últimos años, especialmente en Europa, se ha desarrollado una preocupación por renovar el interés en aprender latín y griego clásico a través de una renovación de los métodos. El material compartido vía Internet de textos de principios del siglo XX junto con la búsqueda de nuevas pedagogías (por ejemplo en páginas como muchas de las afiliadas a la red de blogs Chirón Web de España) está logrando renovar, poco a poco, el interés del público en aprender lenguas clásicas al tiempo que familiarizarse con la cultura griega. No obstante existe una serie de políticas educativas, especialmente en España, que pujan por la eliminación de la enseñanza de las lenguas clásicas en el secundario.

La presencia de nuevos soportes informáticos y el incremento de estudiosos cada vez más afianzados con estas nuevas tecnologías propulsa el desarrollo de colecciones digitales a través de páginas web (Textkit, Perseus Project) así como el comercio digital de libros y su consecuente piratería. Se han desarrollado programas informáticos para facilitar la escritura del griego clásico así como diversas fuentes tipográficas y soportes Unicode a las fuentes existentes de abecedario latino. Destaca por sobre todas las cosas el proyecto digital Thesaurus Linguae Graecae, que nuclea todos o la gran mayoría de los textos antiguos y medievales en sus mejores ediciones (Oxford, Cambridge, etc.).

A pesar de este rico intercambio producido por Internet y por las nuevas generaciones de helenistas, muchos de los presupuestos decimonónicos y renacentistas (así como los impresos por las religiones) occidentales acerca de la lengua y la cultura griegas quedan aun por erradicarse de los congresos filológicos y por ende de las cabezas de un gran número de profesores de clásicas; la arqueología en ese sentido, como ciencia social en su interpretación pero vinculada con las ciencias naturales y exactas, cumple una importante función en la medida en que realiza constantemente nuevos descubrimientos y ayuda a disipar prejuicios o interpretaciones disparatadas. Dos de los últimos grandes hallazgos de la arqueología griega es el descubrimiento, en 2013, de un mosaico de dragones y delfines en la Antigua Caulonia (sur de Italia, Calabria) y, en 2014, una tumba en Anfípolis (norte de Grecia), la cual se presume que puede haber sido de Alejandro Magno.

12.E. Los dialectos más importantes actualmente de la lengua griega


Lila: dialectos del norte.

Dialectos del sur:
  • Bordó: dialecto jónico-peloponesio.
  • Rojo (en la segunda "puntita" del sur del Peloponeso): ateniense antiguo o maniota.
  • Azul oscuro: tsaconio
  • Amarillo: dialecto creto-cicládico
  • Naranja: dialectos del sureste.
Además de los incluidos en esta imagen podemos observar:
  • El dialecto griko hablado en Bova (Magna Grecia) y el dialecto salentino (Magna Grecia)
  • El dialecto hablado en las costas del Mar Negro (Póntico-Capadocio)
  • El dialecto de Chipre
  • Otros dialectos de Asia que perduran en pueblos aislados desde épocas antiguas

13. Bibliografía

Bibliografía Introductoria

·       Berenguer Amenós, Jaime (1966). Gramática Griega. 19ª edición. Barcelona, Bosch.
·       Curtius, Jorge (1949). Gramática Griega: Edición en Castellano de Vitermán E. Centurión. 4ª edición americana. Buenos Aires, Dedebec – Ediciones Desclée, De Brouwer.
·       Goodwin, William W. (1900). A Greek Grammar. Revised and enlarged. Boston, Ginn & Company.
·       Paglialunga, Esther (2000).  Introducción  al  Griego.  Curso  teórico-práctico  de  sintaxis y  morfología,  Fondo Editorial  de la Facultad de Humanidades  y Educación, Universidad  de  Los  Andes,  Mérida.
·       Smyth, Herbert Weir (1920). A Greek Grammar for Colleges. New York, American Book Company.

Bibliografía Principal
  • Brandenstein, Wilhelm (1964). Lingüística griega. Traducción del alemán por Valentín García Yebra. Madrid, Gredos.
  • Colvin, Stephen (2007). A Historical Greek Reader: Mycenaean to the Koiné. New York, Oxford University Press.
  • Horrocks, Geoffrey (2010). Greek: A History of the Language and its Speakers. Second Edition. Chichester/Malden, MA, Wiley-Blackwell.
  • Rodríguez Adrados, Francisco (1999). Historia de la Lengua Griega: De los Orígenes a Nuestros Días. Madrid, Gredos.
  • Sánchez Ruipérez, Martín y Tovar Llorente, Antonio (1963). Historia de Grecia. Barcelona, Montaner y Simón.
  • Tovar, S. A. (1990), Biografía de la lengua griega: sus 3000 años de continuidad, Santiago de Chile, Centro de Estudios Bizantinos y Neohelénicos Fotios Malleros: Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.

Bibliografía Complementaria

§ 1

·       Fleury, E. (1951). Compendio de Fonética Griega para Uso de los Aspirantes a la Licenciatura en Letras: Traducción de la 4º edición francesa, revisada y corregida por la Licenciada Concepción Martínez Figueroa. Barcelona, Bosch.
·       Garrett, Andrew (1999). “A New Model of Indo-European Subgrouping and Dispersal” en Proceedings of the Twenty-Fifth Annual Meeting of the Berkeley Linguistics Society, February 12-15 (1999), pp. 146-156. Berkeley, Berkeley Linguistics Society.
·       Garrett, Andrew (2006). “Convergence in the formation of Indo-European subgroups: Phylogeny and chronology” en Phylogenetic methods and the prehistory of languages (2006), pp. 139-151. Cambridge, McDonald Institute for Archaeological Research.

§ 2

·       Beloch, Karl Julius (1893). Griechische Geschichte. Erster Band bis auf die sophistische Bewegung und den peloponnesischen Krieg. Straßburg, Karl J. Trübner.
·       Drews, Robert (1988). The coming of the Greeks: Indo-European Conquests in the Aegean and the Near East. Princeton, Pricenton University Press.
·       López Eire, Antonio (1967). “Los Topónimos en «-ssos» y «-nthos» y el Indoeuropeo” en Zephyrus 18 (1967), pp. 129-135. Salamanca, Universidad de Salamanca.
·       López Eire, Antonio (1968). “Panorama actual de la dialectología griega” en Estudios Clásicos Tomo 12, Nº 54 (1968), pp. 287-305. Madrid, Sociedad Española de Estudios Clásicos.
·       López Eire, Antonio (1970-71). “Las migraciones griegas a la luz de la dialectología” en Zephyrus 21-22 (1970-71), pp. 289-298. Salamanca, Universidad de Salamanca.
·       Rodríguez Adrados, Francisco (1952). “La dialectología griega como fuente para el estudio de las migraciones indoeuropeas en Grecia” en Acta Salmanticensia, Filosofía y Letras V, 3 (1952), Salamanca, Universidad de Salamanca.

§ 10
  • Anónimo (2003), Poesía heroica bizantina: Canción de Armuris, Digenís Akritas, Poema de Belisario (Martínez García, O., introd., trad. y notas), Madrid, Gredos.
  • RosenqvistJO. (2008), Η Βυζαντινή Λογοτεχνία απο τον 6ο Αιώνα ως την Άλωση της Κωνσταντινούπολης (Ἰωάννης Βάσσης, trad.), Αθήνα, Κανάκη.
§ 11

·       Πολίτης, Λ. (2012), Ιστορία της Νεολληνικής Λογοτεχνίας, Αθήνα, Μορφοτικὸ ἵδρυμα Ἐθνικῆς Τραπέζης.